Guindos, el reformador

Luis de Guindos defendió ayer en el Congreso su Ley de Unidad de Mercado que permitirá operar en toda España con una única licencia obtenida en cualquier punto del país.

Tras escuchar la letanía nacionalista contraria a una ley «antisocial y centralista», como dijo la diputada Fernández Dávila del BNG, o la intervención de Emilio Olabarría, del PNV, que no pudo ocultar el desagrado que le producía el término «unidad» en el título de la norma, el ministro de Economía mantuvo la compostura y volvió al estrado para ofrecer la réplica. Fue entonces, pasadas las doce y media, cuando el ministro, en medio de la molesta cháchara de algunas diputadas populares que Jesús Posada no quiso acallar, demostró por qué sigue gozando de la fama de ser el miembro más reformista del Gobierno, aunque después la realidad demuestre que las reformas de la ministra de Empleo han tenido mucho más alcance.

Guindos enhebró un discurso que deberían oír todos los españoles: «Desde el inicio de la crisis, el PIB en España ha caído más del doble de lo que ha caído en el resto de la zona euro. Además, hemos generado mucho más paro. Hemos golpeado mucho más duramente el mercado laboral y se han destruido muchas más empresas. ¿Por qué señorías? ¿Qué falla? ¿En qué nos hemos equivocado?... Durante las épocas de expansión necesitamos más crédito que nuestros competidores para crecer y cuando vienen mal dadas, nuestros desequilibrios nos arrastran a situaciones mucho peores... Esto tiene que ver con los defectos estructurales de la economía española y uno de ellos es la ausencia de tamaño de nuestras empresas por dos razones: la negociación colectiva que favorecía el statu quo y la sobrerregulación normativa».

La sobrerregulación se debe a que tenemos un Estado y 17 comunidades aprobando leyes infatigablemente. Más de 100.000 desde 1978. Esto permite casos muy chuscos, como reseñó Álvaro Anchuelo, de UPyD, que recordó que hay empresas que no pueden poner el mismo cartel de «Prohibido Fumar» en las diferentes comunidades porque los requisitos de tamaño y colorido son distintos en cada una de ellas.

Además de mostrarnos a un Guindos en plena (re)forma, el debate de las enmiendas a la ley discurrió por dos ejes: con los nacionalistas, por las quejas sobre la supuesta recentralización, y con socialistas y UPyD por la desregulación.

Fue curioso ver cómo en la intervención de Anchuelo asomaron dos de las almas de UPyD. Por un lado, el canto a favor de la unidad del mercado (y de España), pero al mismo tiempo, el temor a la desregulación, lo que les hizo coincidir con el PSOE. Anchuelo sostuvo que con la licencia única se hace prevalecer la normativa (o su ausencia) de una comunidad sobre otras. Se quejó de que el Estado se quite de en medio y deje que la ley de una comunidad invada a otras. Donde su argumento chirrió, al menos ante los liberales, fue cuando mostró su temor porque las empresas se localizarán en las comunidades que pongan menos trabas, lo que provocará una carrera en pos de la desregulación. Bienvenida sea.

john.muller@elmundo.es